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lunes, 5 de noviembre de 2012


El Tirol es un capítulo a parte, son los alpes, Alemania, Austria e Italia.

Fusse

Llego por la noche a Fusse, última población de Alemania antes de acceder a Austria. Como ciudad fronteriza es famosa por sus castillos, uno histórico, y otro con historia: Neuschwanstein y Hohenschwangau


Paro en una granja que venden leche al público. Prácticamente desde que en Babia mis parientes vendieron las vacas y se jubilaron no he vuelto a beber leche de vaca. Sí de cartón, que pretende ser lo mismo, pero no tiene mucho en común, quizás, y solo quizás, el origen.
Como cuando era pequeño, tengo que llevar la lechera, pero en esta ocasión uso una botella de litro y medio multiuso, unas veces lleva refresco, otras agua, y ahora leche recién ordeñada.
La leche recién ordeñada, tiene un sabor pleno, cremoso, intenso. Mucha gente acostumbrada al cartón nunca identificaría la leche si se lo diéramos a beber con los ojos cerrados. Nos han acostumbrado a asociar sabores con nombres, y nos cuesta salir de esa relación. Creo que ese es el triunfo de las cadenas de comida rápida o de las franquicias, identificar el sabor con el nombre. Su triunfo, y nuestra derrota, o al menos nuestra renuncia. Me hace pensar en los niños pequeños que cuando comen fuera de casa, o zona conocida, si les damos el nombre del plato y su sabor no se parece al que conocen, automáticamente dirán que no les gusta. Y solo porque no se parece a la idea preconcebida de sabor que tienen asociado.

A los piesde Neuschwanstein
Doy unas vueltas por un valle amplio cerrado por un murete de montañas, y donde hay un par de estanques que para nosotros serían lagos, solo un poco más pequeños que el lago de Sanabria. Busco donde pasar la noche como buen vagabundo, esto es: gratis. Cerca de unas piscinas municipales separadas de cualquier núcleo de casas hay un parque con juegos para los niños. Y una caseta será mi hotel, me protegerá de la helada y me ahorra montar la tienda. Eso y un buen vaso de leche me hacen feliz.

Vintage
Más vintage
Por la mañana persigo unos tractores vintage, que deduzco no van a trabajar porque van en procesión. Resultan ser un reclamo para una fiesta con competiciones agrícolas y un saldo de una tienda-fábrica de material para el invierno y la nieve. Son las nueve, y la competición empieza a la una. Muchas horas para no hacer nada, el castillo de Neuschwanstein está de obras.









Rumbo a los Alpes.


Entro en Austria. Las carreteras son buenas, pero lo que las hace magníficas son los paisajes por los que transcurren. Bosques mixtos de coníferas y caducas, praderas tupidas acogidas por valles glaciares, listos para recibir las nieves. Todavía no lo sé, pero la nieve tardará solo una semana en llegar, y nunca reserva, siempre tiene sitio para alojarse, nieve vagabunda.

Día de paseo. Paraíso para motoristas, muchos coches descapotables  y descapotados. Por el día en el fondo del valle tenemos unos 20℃, en los puertos refresca más.

Cambio de valle dos veces, una por un puerto, y otra por un túnel. Leo nombres míticos "Valle de Aosta" … Y ya estoy en Italia, a las puertas del "Prato allo Stelvio", y claro, hay que subir sus "48 tornanti", curvas de 180º.
Al principio estoy confuso, no se parece a algunas fotos que he visto, igual estoy en la otra cara, pero después de las primeras apasionantes veinte primeras curvas que transcurren entre el bosque, sigue trepando por la montaña que pronto estará pelada y donde aparecen zonas con neveros. En la cima serán nieves donde la gente ya está dando cursos de esquí. Ahora sí es como en la "publicidad". Pienso en un amigo que lo subió en bici este verano, ¡ole sus huevos!
Bajando se nota el lado salvaje de la montaña, nieve, gargantas, cascadas indómitas, pero en el fondo del valle italiano conduciré kilómetros hacia el lago de Como, varios de ellos por túneles,  sin dejar de ver casas y núcleos urbanos. Llegaré a pasar la noche a Mandello del Lario "Citá dei Motore".

En esta ciudad también se cierran dos historias.

Aquí se fabrican las Moto Guzzi y se puede visitar un museo de estas máquinas. Son las diez de la mañana, y el museo solo abre de tres a cuatro. Está en las viejas instalaciones, ahora la producción se ha trasladado unos cientos de metros, consecuencia de un plan urbanístico que afecta a la vieja factoría. Pero de nuevo muchas horas de espera.

Museo Moto Guzzi
Llamo a una amiga siciliana que vive en Milán. Es mala época para ella por motivos de salud en la familia, pero aún así, mañana podremos vernos un rato. El resultado es que estoy a unos 60 kilómetros de Milán y no me esperan hasta mañana, así que ahora sí me sobra tiempo. Puedo pasarlo aquí y visitar el museo de Moto Guzzi.
Pero con tanto tiempo por delante puedo buscar un zapatero para arreglar una bota. Recién salido de León, en Valladolid, mi tío me hizo notar que la suela estaba un poco despegada. Vaya lástima, son unas botas con gore de caña alta muy cómodas y calientes tanto para la moto como para caminar. Mi tío hizo un apaño de urgencia pero ya me avisó que habría que hacer una puesta a punto más seria. Se lo "perdono" porque me regaló unos guantes y una faja, je je. Increíble la familia.



Con los días de ruta, sobre todo los de lluvia, fueron sufriendo. Era un buen momento para intentar solucionarlo. En una tapicería del viejo estilo pregunto por una zapatería, pero me dicen que los lunes cierra.
Hoy es lunes.

Doy un paseo por la linde del lago y me conecto a internet para actualizar el blog, ver los mail, y ver un poco el mapa.

Tiziano haciendome un favor
Sobre la una se come, y busco una tratoría, de pasada veo la zapatería, cerrada. Después de comer me da tiempo a un café o similar antes de ir al museo, y vuelvo a pasar por la zapatería donde esta vez veo al zapatero dentro. La puerta está cerrada, pero de todas formas llamo a la puerta, no pierdo nada. Me abre y le explico la situación de una forma gráfica, y le cuento que estoy de viaje y que si se puede hacer algo en tan poco tiempo. Me dice que sí, charlamos un rato y me presta unas deportivas para que pueda ir al museo mientras el se encarga del arreglo. A la vuelta, el zapatero, Tiziano, no estará, pero me indica donde puedo recoger las botas arregladas. Que tío estupendo. Lamenta no poder dar un par de puntadas, pero no habría tiempo para todo. Y todo en su día libre.
A las puertas de una historia

De esta guisa me voy hacia el museo. En la puerta el guarda me apremia, solo hay una hora para ver el museo. Esencialmente modelos de serie, de carreras, y prototipos, además de algún "corte" de algún motor. Campeonatos, récords, proezas. Historia de un mito.

A la salida charlo un rato con el portero. Ha visto la matrícula de la moto y hablamos de nuestros viajes. Estuvo en León hace años y nos entretenemos mientras los alemanes, austriacos, ingleses y algún italiano abandonan las instalaciones.
Mis apreciadas botas
Así termina una de las historias, el origen de una moto que me acompaña en muchos kilómetros, aunque en este viaje se ha quedado en casa.

Ahora vamos a cerrar otro círculo, la bota.

Ahí estaban esperando, lustradas y reparadas, otro renacimiento gracias a Tiziano.

Destino Milán. Allí me espera Francesca.

Bajando hacia El Lago de Como

Antes de llegar Intento parar en el camping del circuito de Monza, pero los dos están cerrados. Con eso en mente decido que ya es hora de ir al primer hotel desde que salí de casa hace tres semanas.

Cuidarse,

Marne



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