Grecia I
La idea es ir hasta Bari para coger el ferry que me lleve a
Grecia, pero a medio camino encuentro una conexión wi-fi y consulto los
trayectos. Resulta que Brindisi me cuadra mejor por destino y precio. Rectifico
el rumbo y termino con los billetes para Patras en el bolsillo, uno para mi y
otro para la moto. El embarque a las cinco, la salida a las siete, de noche.
Como en otros viajes en ferry, la opción barata, esto es, la
mía, no incluye ningún tipo de alojamiento. Entre otros, recuerdo un embarque a
Menorca con un buen amigo, Alfonso (al que desde aquí le doy las gracias por
llevar una página en Facebook con mis aventuras), y en aquella ocasión había
una especie de butacas, como de autobús, para los que no teníamos alojamiento,
y yo me imaginaba algo parecido. Pero no.
Aquí solo hay un par de salas con bancos corridos, como de
discoteca, tapizados de skie crema, que rodean una pista circular (viejos
tiempos de Tropicana), y la sala con el bar-restaurante. Con música de Rick
Astley o A-Ha ya estaría dudando de mi cordura.
Mi primera intención es buscar un enchufe, y tan pronto como
lo encuentro monto el campamento en el bar. Hay que aprovechar las
oportunidades cuando se presentan, y cargo todas las baterías. Literalmente.
Canal de corinto que convierte en isla el Peloponeso |
Casi siempre que se dan estas circunstancias prefiero dormir
en el suelo antes que en otras superficies como asientos de coches, de trenes,
bancos de estaciones… mientras mas plano mejor, aunque esté duro, y en este
caso es mucho más ancho que los asientos. La espaldera de la cazadora me
servirá de colchón esta vez.
Viajan varios albaneses, griegos, y algún italiano. Muchos
camioneros y algunas familias muy numerosas. Solo veo tres viajeras italianas
que están mirando la tele.
Hacemos escala en Igoumenitsa y se baja casi todo el mundo.
Son las tres de la mañana, he dormido tres o cuatro horas, estoy un poco
sonámbulo y no me apetece seguir redactando o escogiendo fotos, entonces opto
por asearme. Y aquí una travesura “típical espanis”.
Los baños estaban infectos, y no tenía sitio para dejar la
bolsa y la cazadora mientras me aseaba, así que busco en el plano para
emergencias del barco la situación de todos los aseos por si alguno está más
apartado y por ende menos transitado. En vez de eso encuentro dónde hay uno
para minusválidos. Seguro de que al ser más amplio estaré más cómodo. Como ya
he comentado, casi no hay gente, y no he visto a nadie que lo necesite. Pero
está cerrado. Como si tuviera el pasador echado, pero al mismo tiempo falta el
pomo externo que indica la situación cuando se cierra desde dentro. De esta
forma se aseguran que no se usa sin pedir permiso a la tripulación, esto es,
que hace falta una llave o herramienta para abrirlo o cerrarlo desde fuera
además de accionar la manilla.
Nunca pasa nada... perro cuando pasa... |
Pero esa herramienta, nada sofisticada, se puede sustituir
por un “espanis” con mucha jeta y una moneda de dos euros, que encaja en una
ranura del eje del pomo, girar y para dentro. Hasta tiene ducha, que pena no
haber traído nada más que el neceser. Alguno como yo intenta entrar pero se limitan
a accionar la manilla, no pasan al modo “espanis jeta”. Eso sí, lo dejo todo
limpio, como me lo encontré.
En algún sitio leí que el barco llegaba a las cuatro de la
tarde, pero me engañé. ¡Sorpresa! son las once y atracamos en Patras.
Y ya estoy en Grecia.
Humedad a veinte grados me resulta muy desagradable con la
indumentaria de la moto. En media hora todo mi aseo en el barco se ha
malogrado, estoy pegajoso.
Pongo dirección Atenas, pero quiero ver el puente Rio-Antirio.
La carretera transcurre paralela al mar siguiendo el golfo
de Corinto. No puedo más. Mientras me familiarizo con la escritura del los
carteles tomo la determinación de acercarme a una playa. Y bingo, en la primera
que llego también hay duchas.
Bañito |
Bañito.
El agua para un tipo de León está hasta caliente. Me doy
unas brazadas y como no hay nadie no me alejo mucho. Diría incluso que el mar está
un poco picado.
Después del baño me meto en uno de los pocos bares abiertos
del paseo (estamos fuera de temporada) con la intención de tomar un refresco.
Y la hospitalidad griega me invita a la consumición. Hablamos en inglés. Un hombre a punto de llegar a la edad de jubilación se
vuelve a Alemania, donde trabajó muchos años, para asegurarse un retiro menos
agobiante. Dice que estamos hermanados en muchas cosas, incluida la desgracia
económica. Se va en cinco días y se está “despidiendo” de los amigos. Nos
deseamos mucha, mucha, suerte, y no solo por los viajes.
Puerta de los leones |
De camino veo un cartel que me recuerda que Mikonos,
Micenas, o como se diga, no está muy lejos. Otra de las cunas de nuestra
civilización, reminiscencias del megalítico en los muros ciclópeos, falsas
cúpulas, y el tesoro de Agamenón y los Atreo. Hace 3500 años de esto. Una nueva
era.
Tholo de Atreo |
Comienza el turismo.
Cómo la gozas, cabrón...jejeje me alegro de que utilices la picaresca que nos caracteriza. Sigue contandonos tus aventuras, o desventuras, que así te podemos seguir desde un rincón aberrante de León. ¡¡Salud y disfruta de esa gran vivencia!!
ResponderEliminarEsos Aberrantes buenos, va por ustedes.
ResponderEliminarCuidense