Ya he pasado por el taller.
La primera parada en boxes era previsible. La moto va cargada hasta los topes.
Trato de llevar pocas cosas, pero al final el equipaje es inconmensurable. Llevo las maletas laterales, la trasera, y luego sobre el asiento la esterilla, la tienda de campaña, y sobre ellas la mochila, donde prácticamente solo hay ropa de abrigo.
El resultado es que la suspensión se hunde demasiado y me voy meciendo arriba y abajo. Si tenemos en cuenta que la suspensión en este modelo siempre fue blanda ya os podéis imaginar el resultado.
La solución llega de la mano de uno de mis primos de Barcelona.
Mi primo Gogui junto con mi tía Ana, me dieron posada, y pude visitar a buenos amigos en Barcelona y alrededores. Gracias a todos.
De como un conductor de autobuses me ayuda en el viaje.
Un modelo de Land Rober descapotable con todas las seguridades para llevar niños |
El sábado conocí a un buen amigo de Gogui: Miguel. Este muchacho, entre otras cosas, se dedica a restaurar y ajustar Land Rober's y organiza rutas y viajes. Nos apuntamos a una de sus rutas y disfrutamos lo que para mi, que vengo de la estepa leonesa, no lo puedo definir sino como una espléndida mañana de verano, con temperaturas de treinta grados y un sol radiante. ¡En pleno Octubre!
Como buen mecánico tiene una especie de taller en el bajo de la casa, dónde él y sus hermanos se dedican a sumergirse entre piezas y problemas para hacer que las máquinas que caen en sus manos vuelvan a su esplendor: coches, motos, furgonetas…
En un tiempo donde la mayoría de las averías se solucionan comprando un artículo nuevo, o en menos ocasiones, cambiando una parte sustanciosa de la máquina, me fascina que haya gente dispuesta a dejar su tiempo, conocimiento, esfuerzos y ahorros en tareas tan minuciosas. Comparto con ellos el respeto a las cosas bien diseñadas, a los clásicos. Ya se trate de vehículos, muebles, instrumentos… todos ellos diseñados con esmero y creados para durar, para cubrir una necesidad, para resultar útiles, artículos que tal vez son sobrios, y algunas veces bonitos, pero siempre lejos de la superficialidad del diseño y calidades de hoy. El cual parece pensado para que se pase de moda y entonces tener la excusa de poder venderlo otra vez cuándo nos cansemos de él, o lo que es mas fácil, cuando se estropeé.
Así pues el domingo, sacamos de la cama a Miguel y su incipiente catarro para tratar de ajustar la suspensión. Antes de salir de casa intenté hacerlo, pero no tenía la llave necesaria, y por no seguir en casa otro día más salí con ella demasiado blanda.
Tuerca de ajuste en el nivel que la dejamos |
Madrugamos y nos dirigimos a su casa, dónde ya sabíamos que tenía la llave en cuestión. Y nos pusimos a la tarea. Mi labor consistió en quitar los laterales de la moto y sacar las fotos, lo demás fue cosa de ellos. Buenos y la ayuda de Ricardo, uno de los hermanos que pasaba por allí, y no pudo resistirse a mancharse las manos.
Últimos ajustes a la cantonera |
El resultado: perfecto.
Ahora la estabilidad es mayor, y he ganado un poco de altura cuando ruedo.
Y no solo eso, la cúpula que hice un par de días antes de salir, ahora luce una cantonera para prevenir cortes en caso de que me caiga encima, que ya se sabe que la velocidad consigue sacarle filo a lo más romo.
Desde aquí muchas gracias a los tres, y que la vida os sea propicia.
Desde aquí muchas gracias a los tres, y que la vida os sea propicia.
Cuidarse,
Marne
¡Muy buenas Marne!
ResponderEliminarPrimera enterada en la bitácora para comprobar que todavía no has desencadenado la Tercera Guerra Mundial. Espero que el contratiempo con la suspensión haya quedado solventado para el resto del viaje (y que en el peor de los casos todos los contratiempos sean como ése).
Pues eso, que ya te tenemos fichado. ;-)
¡Buen viaje!
Alejandro.
Gracias muchacho, ya vi la página del colega http://topalante.es/
ResponderEliminarMuy instructiva
Nos vemos