Es curioso como tenemos asociada la fotografía a los viajes. Cuando era pequeño las cámaras de fotos prácticamente solo se veían en los viajes de verano, las vacaciones, o en las navidades, y claro, comuniones, bodas y reuniones de ese estilo.
Recuerdo mis primeras escapadas con los amigos en las que, con mayor o menor suerte, alguien conseguía una cámara prestada y nos inmortalizábamos en nuestras aventuras. Esas fotos eran motivo codiciado, pero había que esperar algunos días. Primero el revelado y las copias, luego el ritual para verlas juntos. Estaba la ansiedad de ver lo que habíamos retratado, ya que varios días después no te acordabas de todas las tomas que se habían hecho. Pero además estaba la explosión de comentarios y risas alrededor de esos papeles que congelaban aquel momento y simultaneamente caldearían los recuerdos durante años. Las fotos eran como la segunda parte de la aventura.
Pero la fotografía en soporte digital fue cambiando todo eso. En nuestros días se generan tantas imágenes a lo largo del día entre móviles, cámaras, dispositivos multimedia... que da vértigo. Antes las fotos se hacían para que trascendieran en el tiempo, hoy parece que una cantidad importante de las fotografías está hecha para usar y tirar. Me resulta simpático como se mira en la pantallita la foto recién sacada, pero en pocas ocasiones te planteas que te pasen una copia. La posibilidad de ver la foto según se hace se aproxima más a mirarse en un espejo que en sentirse retratado para un futuro. Algunas veces sí, faltaría mas, pero pararos a pensar en la proporción de las fotos en las que aparecéis o hacéis y que no os preocupáis nunca más de ellas.
Y sin llegar al chiste de no saber como será la aventura hasta que vea las fotos, sí quiero que las fotos me recuerden el viaje cuándo vuelva a verlas. Me imagino convertido en un abuelete con una mantita todo pelusa sobre las piernas, las manos temblorosas y unas lágrimas que no se deciden a separarse de mis ojos, mientras con voz entrecortada y poco resuello describo las fotos a algún asombrado incauto.
Celebrando la condena de recordar.
Revivir
Como todavía no tengo fotos del viaje por motivos obvios, os dejo alguna de otros viajes.
Cuidarse
Marne
Frente a la Casa de los Músicos en Angers (Francia) |
En los Mallos de Riglos (Huesca) junto al homenaje a los alpinistas
|
Uno de mis "hoteles con encanto" en Extremadura, en esta ocasión con tienda de campaña. Si puedo evitarlo prefiero no montarla. |
Con unos amigos cerca del Puerto de Tarna (León). |